Segundo Día

*La Esposa del Sol*

Dice la leyenda africana que en el inicio de los tiempos la Tierra estaba acompañada tan solo por el Sol, el cual cuando se ocultaba dejaba el mundo en la oscuridad más absoluta, algo que favorecía el pillaje. Un día, en la aldea donde vivía la hermosa y gentil Bamako, se produjo un ataque a su aldea durante la noche aprovechando la oscuridad. Los aldeanos intentaban defenderse, pero no veían y poco a poco empezaron a caer en los sucesivos ataques. Bamako estaba profundamente preocupada por esta situación.

Un día, el Sol Djambé, se le apareció en sueños y le confesó que estaba enamorado de ella desde hacía tiempo. Le prometió que si aceptaba casarse con él, la llevaría al cielo y ella podría iluminar la noche para evitar los ataques como lo sucedido. Bamako aceptó la propuesta matrimonial, y tal y como se le había prometido, su marido – el Sol, la elevó en los cielos junto a él y la transformaría en la Luna. 

Gracias a ella los habitantes del pueblo fueron capaces de luchar y derrotar a sus atacantes.

Moraleja: Sólo amando a la verdadera luz podemos ayudar a vencer las oscuridades.

Jn 1,6-8.19-28

Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino el testigo de la luz. Este es el testimonio que dio Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén, para preguntarle: «¿Quién eres tú?» El confesó y no lo ocultó, sino que dijo claramente: «Yo no soy el Mesías.»

«¿Quién eres, entonces?», le preguntaron: «¿Eres Elías?» Juan dijo: «No.» «¿Eres el Profeta?»

«Tampoco», respondió. Ellos insistieron: «¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?» Y él les dijo: «Yo soy una voz que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.»

Algunos de los enviados eran fariseos, y volvieron a preguntarle: «¿Por qué bautizas, entonces, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?»

Juan respondió: «Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay alguien al que ustedes no conocen: él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia.»

Todo esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba.

Este tercer Domingo de Adviento se llama Gaudete, es decir regocíjense, alégrense. Ser testigos de la luz es ser un discípulo alegre. El evangelio nos invita para que seamos testigos de la luz para llevar esperanza y alegría a todos los que están frustrados y tristes en la vida por el pecado y las obras de las tinieblas.

Tertuliano, el Padre de la Iglesia africano del III. siglo DC, decía: «No se nace cristiano, se llega a ser cristiano»…Necesitamos convertirnos en testigos de la luz. Nuestra alegría debe ser verdadera y auténtica, debe nacer de un encuentro con Cristo, tal como el evangelista Juan nos señala sobre la vida y misión de Juan Bautista: “Juan no era la luz, sino uno enviado a dar testimonio de la luz.” (Jn 1,8). Esa es la misión de cada uno de nosotros. Especialmente de los que somos la Familia Arnoldina. Pues también San Arnoldo Janssen nos recuerda que no somos la luz sino los humildes «testigos de la luz».

Con esta motivación queremos celebrar nuestro aniversario: siendo Testigos de la luz: desde todo el mundo, para todas las personas.

❁ ¿En qué manera podemos ser testigos de la luz en nuestras familias, iglesias parroquiales, comunidades y lugares de trabajo?

❁ ¿En este tiempo de Adviento qué podemos hacer para llevar la alegría del evangelio a los que están tristes?

❁ (Dejamos un espacio a los participantes para compartir sus preguntas y reflexiones)

✎ Nos comprometemos a leer cada día hasta la Navidad un poquito de la Biblia (quizá aprovechando esta novena) y encontrándonos con la luz del evangelio, compartiendo la alegría con los que nos rodean.

✎ Acompañemos a nuestros niños: Coloquemos los foquitos pero no los encendemos todavía… (lo vamos hacer otro día). También colocamos en el centro de nuestro pesebre una Biblia abierta. Recordemos que Jesús es la Palabra que ilumina nuestra vida. Compartiendo el evangelio somos nosotros mismos que debemos brillar con nuestra sonrisa alegre.

“Si alguno de nosotros no percibe esta alegría, preguntémonos si hemos encontrado a Jesús. Una alegría interior. El Evangelio va en el camino de la alegría, siempre, es el gran anuncio. Invito a todo cristiano, en cualquier lugar y situación se encuentre, a renovar hoy mismo su encuentro con Jesucristo.”

Audiencia General 15 de nov. 2023

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