Séptimo Día

* Buenas Manos *

Había un anciano muy rico que estaba a punto de morir. Dividió su riqueza entre sus cinco hijos, pero el anciano tenía una riqueza en particular que consideraba muy especial sobre todas las que tenía. Él la llamó “el cofre de la felicidad.” En este cofre habían: joyas, diamantes y una llave. Todos sus hijos querían heredarla. El anciano moribundo dijo: “Daré este cofre a uno de ustedes, al que tenga buenas manos. Después de una semana, veré sus manos y le recompensaré con este cofre y será digno heredero.” Rápidamente los cinco hijos fueron a sus habitaciones para aplicarse aceite embellecedor y loción a sus palmas. Ellos masajearon sus palmas todo el día. Ya que todos estaban ocupados mimando a sus manos, nadie cocinó, limpió, lavó ni alimentó a su padre débil y enfermo. Así que los hermanos decidieron que la niña más joven hiciera los quehaceres de la casa. Ella se quejó pero no pudo hacer nada más que obedecer a sus hermanos mayores. La niña limpió durante todo el día y alimentó a su padre hasta la noche, no tenía tiempo para embellecer sus manos y palmas como sus hermanos mayores.
Pasó la semana y con lágrimas en los ojos ella dijo: “Yo no ganaré el premio especial de mi padre. Mis manos están hinchadas y mis palmas son ásperas por todos los quehaceres.” Los hermanos se acercaron a su padre uno por uno, de mayor a menor. El padre deslizó sus manos a través de las manos de sus hijos y descubrió que todas las palmas eran suaves, rosadas y olían bien. Los primeros cuatro fallaron. Cuando era el turno de la hermana menor, el padre hizo lo mismo con las manos de la niña, él sintió e que estaban hinchadas y ásperas por todos los quehaceres de la casa. El padre supo que la niña sería la que merecía el cofre de tesoros. Ella fue la heredera de “el cofre de la felicidad.” El padre puso a prueba a sus hijos para saber quién de ellos cuidaría mejor su gran viña. La llave de la viña estaba dentro del el cofre con las joyas y riquezas del padre.

Lc 1, 46-56

María dijo entonces:
«Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque el miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso he hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre.» María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.

La canción de María es una canción de gratitud a Dios por todos lo que ha hecho por su Pueblo de Israel. Primeramente, es una canción para agradecer a Dios porque ella llegó a ser Madre de Dios el altísimo. Hay que notar que esta canción de gozo se encuentra entre dos eventos importantes de la vida de María; la anunciación y el nacimiento de Jesús. Inmediatamente después de la anunciación el Ángel Gabriel, María fue a visitar a su prima Isabel para ayudarla estando ella embarazada.
Esta canción de María, nos está diciendo cómo podemos ganar la felicidad en un mundo lleno de tristeza y depresión. La felicidad y el gozo vienen de la obediencia a Dios y estar al servicio de los necesitados. Podemos esto, por la obediencia a Dios. María accedió a participar en el plan de Dios para la salvación del mundo. Antes de la anunciación, María era fiel a la ley y las costumbres de Israel. San Pablo dijo a los Gálatas: “Pero cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envío a su hijo, nacido de una mujer y sujete a la ley.”
Por su simplicidad se ganó un gran honor y misión. Podemos lograr la felicidad y gozo por estar en el servicio de nuestro prójimo, especialmente aquellos los que están necesitados. La vida de María era llena de gracia pero también llena de servicio y llena de caridad. Ella ayudó Isabel, intercedió durante la boda en Cana, quedó al pie de la cruz y ayudó en las necesidades de los apóstoles y la Iglesia primitiva. Felicidad no es una cosa que podemos comprar. Pero la felicidad es el resultado de nuestra dedicación, fidelidad y caridad o “buenas manos.” Si quieres ser feliz, sé un servidor.

❁ Como me hago feliz? Qué o quiénes son mis fuentes de alegría?
❁ En este tiempo de Navidad, como puedo compartir la felicidad que
tengo?
❁ Si voy a escribir una canción de gratitud, cuáles serían las primeras
líneas?

✎Pasa tiempo de calidad con tu familia esta temporada navideña
y trata de hacer feliz a tu familia.

“María camina, encuentra y se alegra porque llevó algo más grande que ella misma: fue portadora de una bendición”.
“Cuando vivimos en la desconfianza, cerrados en nosotros mismos, contradecimos la fe, porque, en vez de sentirnos hijos por los que Dios ha hecho cosas grandes, empequeñecemos todo a la medida de nuestros problemas y nos olvidamos que no somos huérfanos: tenemos un Padre en medio de nosotros, salvador y poderoso. María viene en ayuda nuestra, porque más que empequeñecer, magnífica, es decir, ‘engrandece’ al Señor, alaba su grandeza”.

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