Sexto Día

* Hay Más Dicha En Dar Que En Recibir *

Hace 10 años, empecé mi noviciado en la provincia de Chicago. Noviciado es un tiempo de prueba para discernir la vocación religiosa, estudiar la constitución e historia de la congregación, y también conocer a los verbitas jubilados. Mis compañeros y yo vivíamos en Techny, donde había más que
40 verbitas jubilados. Era una fortuna conocerlos y escuchar sus historias
misioneras. Sus vidas me animaban a hacerme un verbita.
En este tiempo, conocía al hermano Dennis Newton, un buen verbita que me enseñaba muchas cosas. Él amaba a los gatos y vivía una vida muy sencilla. Aunque le gustaba mucho el béisbol, solo tenía una radio vieja para escuchar los partidos. Yo recuerdo que algunos días antes de la Navidad en 2012, cuando yo estaba haciendo un pesebre, él nos visitó para pedir un favor. Aunque él era el director de la oficina de misión, trabajaba con los que recién habían salido de la cárcel. Ellos vivían en un centro temporalmente mientras buscaban un trabajo. Era muy difícil para encontrar un trabajo porque la mayoría no querían contratar a los que solían estar en prisión. Por eso había muchas personas que se quedaban en este centro por mucho tiempo. Pero Dennis conocía a todos. El los visitaba frecuentemente, y siempre les llevaba la comida.
Durante el tiempo de Navidad, la comida era mucho mejor. Por eso, él
necesitaba nuestra ayuda. Cuando fuimos al centro, llevamos un coche
lleno de pollo frito, bife, saladitos, postres, etc. Cuando llegamos, la gente estaba feliz, no solo por la causa de la comida, pero también de la presencia de Dennis. Su humildad, humor y consideración cambiaron el ambiente. La gente le habló como si fuera de su familia. Era como la noche buena cuando la familia se juntó para celebrar la Navidad. Un tiempo lleno de alegría y más importante, de esperanza para todos. Aunque todavía existía la discriminación contra los que salían de la cárcel, había gente como Dennis que confiaba y los acompañaba. Su sincera actitud y esfuerzo les daban fuerzas para superar la exclusión social y la delincuencia.

Lc 1, 39-45

Durante su embarazo, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor.»

Cuando leí el evangelio de hoy, yo recordé al hermano Dennis Newton.
Él era como María que llevó la buena noticia a los demás. La gente podía
encontrar en su presencia: la alegría, ayuda y esperanza como Isabel las
encontró en la llegada de María. Un encuentro que cambia y transforma
a todos. Y además en estos encuentros nunca faltan la presencia de Jesús, nuestro Salvador. En Él uno puede ser el mensajero de las maravillas de Dios; puede respetar la dignidad de cualquier persona; puede servir a los más necesitados y puede ver a Jesús en todos.
Dos años después de mi noviciado, falleció el hermano Dennis. Fue un
día triste para los que lo conocían. Mis compañeros y yo nos juntamos
para contar sus historias. Un amigo que hizo su noviciado un año antes que yo, nos contó su encuentro con Dennis. Él también visitó el centro en el tiempo de Navidad. Aunque llevaron mucha comida rica, al fin no había sobras. Toda la noche ellos sirvieron comida a la gente sin tener tiempo para comer. Y cuando terminaron de servir ya no había
más comida. En el camino a casa, todos tenían hambre y Dennis sacó
un pedazo de pan, lo partió y lo dio a los demás. Para mi amigo, fue un momento de la Eucaristía, cuando se sentía la presencia de Jesús. Un
ejemplo de servicio y de compartir que él nunca se olvidó. Que la vida de hermano Dennis Newton nos anime a llevar la alegría y esperanza a los que nos encontramos en esta temporada santa.

❁ ¿Qué buena noticia quiero compartir con los demás en este tiempo?
❁ ¿Cuándo fue la última vez que sentí la presencia de Dios en mi vida?
❁ ¿Qué te llamó la atención de esta experiencia?

✎ En una manera concreta, ayuda a los más necesitados que te encuentres en tu vida cotidiana.
✎ Prepara unas masitas navideñas y regala al vecino con quien menos contacto tienes.

“No estoy (Papa Francisco) hablando de la alegría consumista e individualista tan presente en algunas experiencias culturales de hoy. Porque el consumismo solo empacha el corazón; puede brindar placeres ocasionales y pasajeros, pero no gozo. Me refiero más bien a esa alegría que se vive en comunión, que se comparte y se reparte, porque ‘hay más dicha en dar que en recibir’ (Hch 20,35) y ‘Dios ama al que da con alegría’(2 Co 9,7). El amor fraterno multiplica nuestra capacidad de gozo, ya que nos vuelve capaces de gozar con el bien de los otros: ‘Alégrense con los que están alegres’ (Rm 12, 15). ‘Nos alegramos siendo débiles, con tal de que ustedes sean fuertes’ (2
Co 13,9). En cambio, si ‘nos concentramos en nuestras propias necesidades, nos condenamos a vivir con poca alegría’”

 Gaudete et Exsultate, 128

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